Laboratorio de Química de Proteoglicanos y Matriz Extracelular
- Dr. Juan Carlos Calvo, Investigador Principal ad-honorem (CONICET)
De los 80 años de existencia del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) 48 años fueron y siguen siendo parte de mi vida.
En marzo de 1976 ingresé a trabajar con el Dr. Eduardo H. Charreau en su laboratorio de mecanismo de acción hormonal. Las hormonas comenzaron a interesarme gracias a sus clases en Química Biológica, materia obligatoria en la carrera de Licenciatura en Ciencias Químicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.
Finalizada la cursada, a fines de 1975, me crucé con el Dr. Charreau cuando estaba por subir al ascensor y le pregunté si tenía lugar para mí en su laboratorio. Como estaba por ir a pasar un tiempo trabajando en Oslo, me dijo que volviera a verlo en febrero del año siguiente, cosa que hice y en marzo estaba trabajando con él.
Mi primera incursión en la tarea experimental no pudo ser menos exitosa: estaba ayudando a diluir hormonas para proceder a su marcación radiactiva cuando, ante las palabras del Dr. Charreau: -Ahora vamos con la LH, mi respuesta fue: ¿cómo, la LH no era la anterior? Obviamente la respuesta fue: -no, era la prolactina. Un sudor frío corrió por mi espalda y enseguida pensé que ese había sido mi final en el laboratorio. Pero creo que el Dr. Charreau necesitaba a alguien que supiese colocar todos los dedos sobre el teclado de una máquina de escribir (yo era Perito mercantil y había tenido mecanografía) y creo que eso me compró un poco más de tiempo. El Dr. Charreau, lejos de enojarse, simplemente dijo: -bueno, luego corregimos el volumen. Y seguimos adelante.
En esos años el IBYME era una gran familia donde se compartía gran parte del día y, particularmente en ese laboratorio, la labor se realizaba en un clima de cordialidad que no dejaba de lado el respeto hacia la autoridad del jefe de grupo y la rigurosidad de la tarea práctica.
Esos 48 años cimentaron una gran amistad y cariño hacia el Dr. Charreau y compañerismo con el resto del equipo. Podíamos reír, hacer bromas, chistes e intercambiar situaciones personales sin perder el horizonte de la investigación ni la seriedad del análisis de los resultados. Lo más preocupante en ese tiempo era una frase del Dr. Charreau que decía: “uno estudia aquello que le duele”. Para quienes estudiábamos la regulación hormonal de la función testicular resultaba inquietante.
La vida me llevó a pasar 7 años en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, Bethesda, MD) en los Estados Unidos de Norteamérica donde pude abarcar mecanismo de acción hormonal, algo de computación y lo que de alguna manera definiría la línea de trabajo a mi regreso al IBYME: interacción entre el epitelio mamario y el estroma adiposo.
A mi regreso al IBYME comencé a organizar mi propio grupo de investigación con el tema que diera lugar al nombre del laboratorio: Química de Proteoglicanos y Matriz Extracelular. Mi amor por los receptores hormonales, el mecanismo de acción y la matemática involucrada en el estudio de estos sistemas siguió, principalmente, en el diseño de cursos de posgrado y en las colaboraciones con otros grupos.
Con la incorporación de Paula Sacca al laboratorio se abrió una línea de estudio de cáncer de próstata dado que ingresó para terminar con su trabajo experimental hacia el doctorado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.
Con el tiempo, mi señora se incorporó al grupo y trajo con ella la experiencia en el estudio de la reproducción humana que había adquirido durante nuestra estancia en Norteamérica.
De este modo aparecieron las dos líneas de investigación que todavía se mantienen en el laboratorio: 1-Cáncer mamario y prostático y, 2-Reproducción humana y murina.
Me considero muy afortunado por haber contado con tanta gente a mi alrededor que no solamente brindó su energía y voluntad de trabajo, sino que siguió con esa tradición de compañerismo y respeto mutuo que se vivió en gran parte de mi vida en el IBYME.
En la actualidad, las líneas de trabajo están a cargo de:
- Cáncer mamario: Dra Judith Toneatto (Investigadora adjunta CONICET), Lic. Priscila Pagnotta (Becaria doctoral CONICET)
- Cáncer prostático: Dra. Paula Alejandra Sacca (Profesional Principal Carrera del Personal de Apoyo a la Investigación y Desarrollo -CONICET)
- Reproducción humana y murina: Dra. Vanina Andrea Fontana (Investigadora adjunta CONICET), Dra. Maite Yael Cambiasso (Becaria postdoctoral CONICET) y Lic. Lucila Gotfryd (Becaria doctoral CONICET).
- Inmunohistoquímica de tejido adiposo supraescapular, obtenido de ratones machos. Los adipocitos se marcaron con un anticuerpo especifico α-UCP1. Se puede observar en la imagen, zonas sin expresión de UCP1 (Adipocitos con fenotipo blanco), zonas con baja y alta expresión de UCP1 (Adipocitos beige/marrones). También es interesante remarcar que los adipocitos blancos, son adipocitos univacuolados (una sola y gran gota lipídica) y los adipocitos beige/marrones son multivacuolados (múltiples y pequeñas gotas lipídicas). Autor: J Toneatto
- En esta figura, el panel de la izquierda muestra la manera en que llega la muestra de tejido adiposo periprostático (TAPP) al laboratorio y el de la derecha muestra cómo se observa al microscopio la disección de este y las células adiposas que serán colocadas en cultivo. Autor: Paula Sacca
- Imágenes representativas de la localización de las marcas positivas (verde) de la histona H3K4me3 (candidata a los posibles efectos nocivos en la descendencia masculina) en los espermatozoides de ratón. Los núcleos de los espermatozoides fueron teñidos con DAPI (azul). Autor: Maite Cambiasso