Los expertos del IBYME explican la actualidad de sus trabajos y los desafíos que enfrentan en el estudio de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA).

La Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) es una enfermedad degenerativa que afecta las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal, para la que hasta el momento no hay terapias curativas. En el laboratorio de Bioquímica neuroendócrina, el grupo liderado por la Dra. Claudia González Deniselle, Investigadora Independiente de CONICET, estudia la influencia de las hormonas esteroides como progesterona, estrógenos y glucocorticoides en la ELA. En particular, evalúan si las terapias con hormonas sexuales o derivados de las mismas son neuroprotectoras. Además, estudian los efectos nocivos de las hormonas del estrés como los glucocorticoides. La Dra. María Meyer, Investigadora Adjunta de CONICET, lleva adelante la evaluación de los tratamientos con drogas antiglucocorticoides, para conocer si tienen un efecto protector en modelos experimentales de esta enfermedad.

“El cerebro es una glándula endócrina”, afirma el Dr. Alejandro De Nicola, director del laboratorio, y explica que “por lo tanto, las alteraciones del Sistema Nervioso Central, del cual el cerebro es una parte, repercuten en la función neuroendócrina del cerebro, ya que este recibe señales periféricas para funcionar y emite señales endócrinas para que el resto del cuerpo pueda funcionar.”

“Cuando iniciamos nuestras investigaciones en este tema, se sabía muy poco sobre los mecanismos patogénicos asociados a la enfermedad, o como podían influir las hormonas sexuales en el desarrollo de la enfermedad”, señala la Dra. Claudia González Deniselle, y agrega: “En relación a las hormonas del estrés, se desconocía como impactaban las altas concentraciones de glucocorticoides -es decir, aquellas concentraciones asociadas a situaciones de estrés- en la progresión de la ELA. Sin embargo, al día de hoy sabemos que las terapias antiglucocorticoides tienen actividad protectora”.

En la actualidad se ha podido avanzar y conocer, a nivel de la investigación preclínica como clínica, cómo se comportan las hormonas sexuales ováricas endógenas como progesterona, su derivado allopregnanolona, y aquéllas sintéticas que se administran de manera exógena como nestorona o noretindrona.

– Imágenes de motoneuronas (identificadas por la inmunoreactividad para un marcador de motoneuronas, la enzima colina acetiltransferasa (ChAT))

MOTONEURONAS CONTROL

MOTONEURONAS MODELO WOBBLER

MOTONEURONAS MODELO WOBBLER + ALLOPREGNANOLONA

  • 1-Las motoneuronas de control muestran alta reactividad para el marcador, observándose neuronas forma normal y prolongaciones bien definidas (flecha).
  • 2- Las motoneuronas en el modelo experimental afectadas por la patología. Muestran menor tamaño, baja reactividad al marcador y menor número de prolongaciones (flecha)
  • 3- Las motoneuronas en el modelo experimental luego de tratamiento con allopregnanolona muestran forma y reactividad similar al control. Incluso se observan varias células con prolongaciones definidas (flecha).

Imágenes: gentileza investigadores.

Actualmente el equipo de investigación concentra sus esfuerzos en saber cómo intervienen los andrógenos como la testosterona o sus derivados en la progresión de la enfermedad; cuál es el impacto de las hormonas del estrés sobre modelos experimentales con susceptibilidad genética a padecer la patología; y por último en los mecanismos por los cuales las drogas antiglucocorticoides tienen actividad protectora cuando son administradas en el modelo experimental.

“La investigación en esclerosis lateral amiotrófica enfrenta varios desafíos debido a la complejidad y la gravedad de la enfermedad”, señala la Dra. González Deniselle y profundiza: “En primer lugar, el diagnóstico temprano, dado que actualmente, el diagnóstico de la ELA se realiza en la mayoría de los casos cuando la sintomatología se encuentra avanzada. Poder identificar biomarcadores precisos que permitan un diagnóstico temprano es crucial para el estudio de nuevas terapéuticas neuroprotectoras. En segundo lugar, el acceso a muestras biológicas y datos clínicos de pacientes afectados es complicado debido a la naturaleza progresiva y devastadora de la enfermedad. En tercer lugar, la búsqueda de tratamientos efectivos, dado que aún no hay tratamientos curativos para esta enfermedad. Así, el desarrollo de terapias protectoras que puedan enlentecer la progresión de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes sigue siendo un importante desafío. Por último, el financiamiento y los recursos: La investigación en ELA requiere recursos tanto financieros como humanos. El acceso a fondos adecuados y la colaboración entre investigadores básicos y clínicos son cruciales para poder obtener avances en estas investigaciones”.